miércoles, 8 de diciembre de 2010

COMPROMISO

Todo artista debe estar comprometido con su tiempo. Y si uno se siente artista, o pretende serlo, debe cumplir esta premisa.
Además, la política es un arte. Sin ir más lejos, es el arte de gobernar.
Lo curioso de esta disciplina, es que, al contrario de cualquier otra, su ejercicio mengua la vocación en vez de acrecentarla.
Un escritor ama leer y escribir, y ese placer crece, salvo que se acabe, y ya no vuelva a escribir. Lo mismo cabe de un músico o un bailarín. Pero el político entra a las arduas arenas del bien común por una idea previa que lo cautivó, como el escritor primero leyó y el músico primero escuchó melodías, y a medida que el ejercicio de su arte lo hace más apto, más se aleja de las ideas que lo llevaron a esa disciplina.
Hacer política, y hacerla bien, mientras menguan los ideales, son como jugar al solitario o, acaso, una simple y llana traición.
La política es una tarea encantadora. Eso me parece. Pero sin ideales, es una tremenda masturbación, como si alguien se tocara mirando la foto de una dama mientras el edificio donde esto ocurre ardiera en llamas.

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